Este es, según nuestra modesta opinión, el máximo exponente gráfico de la cultura de la cumbia y de la música chicha. En contraste con un tiempo primaveral mayoritariamente gris, los colores de estos carteles eran como una luz al final de un tunel: totalmente hipnóticos. Por todos los medios posibles teníamos que darle una vuelta a esto, y gracias a Jules Bay, comisaria de la expo, llegamos hasta el kilómetro 13 de la carretera central, donde los hermanos Urcuhuaranga nos explicaron como su padre había inventado este sistema de cartelería.
Los carteles se diseñan a mano, a tamaño real, sobre un papel de estraza blanco normal. Siempre a tamaño real, este dibujo es el que nos servirá, una vez recortado, como plantilla para nuestra serigrafia. No se usan emulsiones ni procesos fotográficos. Es el mismo papel el que bloquea la malla de la pantalla, y una vez terminada la edición no queda nada del diseño original, siendo imposible repetir ese cartel de la misma manera.
La información en el afiche siempre se estructura de la misma manera, facilitando la lectura por parte del espectador: Día, lugar y grupos. Respetando este esquema desarrollamos cinco carteles, desde un punto de vista bastante satírico, cuatro acerca de tópicos que nos llamaron la atencion en Lima: La comida, el tiempo, la economía sumergida o el tráfico y un quinto puramente autopromocional.
